Un poemario de Juan Cruz López

Es probable que en algunos equipos no se puedan visibilizar correctamente los fondos del blog ni los tipos de letra elegidos para el mismo. Pido disculpas. De todas formas, los poemas siguen siendo iguales y, al fin y al cabo, eso es lo importante. Gracias.

sábado, 16 de abril de 2011

Poetas


Amo
por encima de todas las cosas
la poesía,
tan exigente
y a la vez
tan radical y democrática.
También amo
a la gente que se deja la vida
escribiendo versos
porque prestan testimonio
de una forma de vivir
acaso oscura
que se me antoja digna,
dignísima.
Amo,
como digo,
por encima de todas las cosas
este oficio anciano.

Porque una palabra perdida
es un trozo menos
de lo creado
yo digo,
decimos.

miércoles, 13 de abril de 2011

DF


Debajo de un balcón,
en una ciudad infierno,
seis tipos
con los ojos en llamas observan
como cae la lluvia
sobre el asfalto que refleja
los rostros
distintos pero iguales
del miedo (o lo que algunos llaman terror).
Y el miedo es vivir como uno más
o no encontrar una mujer
capaz de soportarlos
o no tener
literalmente
no tener
ni un jodido lugar donde caerse muertos,
y ese miedo es real
y pesa
y se lleva en los bolsillos
incluso allí,
pongamos que hablo de la ciudad infierno por excelencia
y digamos entonces
incluso allí
en las calles mojadas de México,
debajo de un balcón
hay seis tipos
con una felicidad que no entienden
agarrada a las tripas
como un dolor fantasma
que no supieran reconocer
y del que acaso jamás
pudieran desprenderse.

domingo, 10 de abril de 2011

Escribir


Escribir,
sin saber muy bien por qué
ni pretender hallar respuesta.
Escribir,
como si la vida se nos fuera en ello,
como si no hubiese
otra cosa que hacer
en nuestros días.
Escribir,
como una obsesión secreta,
inconfesable.
Escribir,
al margen de todo reconocimiento,
como un trabajo callado
y silencioso
que nos volviese únicos,
tal vez irrepetibles.
Escribir,
como una droga
contra el absurdo
de esta cotidianidad
injusta y asesina,
inmisericorde.
Escribir
como si al hacerlo
vengásemos todo el dolor
que llevan sobre su espalda
los humildes.
Escribir,
como si el poema nos sirviera
de salvoconducto
hacia no se sabe qué forma
de existencia digna.
Escribir
a solas
y escribir
a secas.
Escribir,
como si el mundo
se viniera abajo
y no quedase nada que decir
salvo "adiós, nos vemos en el infierno".
Escribir
con los ojos cerrados
y la mano abierta,
generosa y limpia.
Escribir...
Al fin y al cabo
solo eso,
escribir
para escapar
de alguna forma
de lo que solo conocemos
como un silencio final:
eso que llaman muerte.

jueves, 7 de abril de 2011

Mi chaqueta metálica


Aquí estoy.
Apenas acontece nada
pero intuyo la importancia de escribir
aquí
y ahora
lo que sigue:
aquí estoy
«este mundo es una puta mierda, sí,
pero estoy vivo
y no tengo miedo».

Como si en esas palabras
se encontrase la clave
del acertijo.

Ya,
ya lo sé,
el mundo es una puta mierda…

Pero yo te estoy hablando
(al fin y al cabo es lo que llevo haciendo años)
de algo más importante,
pero que mucho más importante,
que eso que tú llamas es-ta-bi-li-dad.

martes, 5 de abril de 2011

El otro lado de la ventana


Hay oscuridad ahí fuera.
Ha caído la noche
y bajo una tenue luz
una mano
para nada inocente
escribe:
"no es esta oscuridad repentina
la que me asusta
sino esta estúpida manera
de ahogarme en el dolor".

Levanta el lápiz
y mira por la ventana:
una pareja de enamorados discute
al otro lado del cristal.
Todo es bello en la ciudad silente,
todo,
hasta la extraña forma de mirar
de ese hombre:
en un momento ella levanta la vista
y se pregunta quién será el tipo
que le mira desde un pozo
tan oscuro como la noche.
Sus ojos negros como el abismo.

De nuevo bajo la luz,
con la manos
apenas domesticadas,
acaba por escribir:
"no es a la belleza del dolor
a la que temo
sino a la trampa de seda
que nos teje en la mirada".

Mejor callar.

domingo, 3 de abril de 2011

Verso hechizo


Podría haberse escrito
en un epigrama de Marcial.
También podría aparecer
una y mil veces en un manual
sobre enfermedades de la mente
o ser el primer verso
de un poema alemán del siglo dieciocho.
Podría estar escrito también
con spray de color rojo
en alguna pared
de cualquier ciudad infierno
o ser la contraseña
que utilizasen los miembros
de alguna secta órfica
para reconocerse entre ellos.
Podría aparecer
incluso
como sencillo truco de magia
en un tratado de ilusionismo clásico
o como lema publicitario
de alguna marca de colchones caros
especiales para suicidas.

Se ha dicho tanta veces,
se ha escrito en tantos sitios...

Y una vez más
en este poema
que me echo a la boca
para escapar del fango:

"Dormir es desaparecer".

sábado, 2 de abril de 2011