
El frío se deja caer
sobre la ruinas de un día
donde has temido
a cada minuto
que por un momento
se te cayera encima
la piedra
que Sísifo arrastra
con los ojos narcotizados
y la piel rota
como un mosaico bizantino
bañado en sangre.
Cae la noche
y piensas en Jaén,
al fin y al cabo
una buena ciudad para vivir
o morir,
que viene a ser lo mismo.
Luego piensas en esta casa,
en los ojos de Julia,
en el libro que escribes
como si te fuera la vida en ello
y te preguntas
qué habrás hecho
para merecer una vida
todavía
tan lejos del desastre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario