
Amo
por encima de todas las cosas
la poesía,
tan exigente
y a la vez
tan radical y democrática.
También amo
a la gente que se deja la vida
escribiendo versos
porque prestan testimonio
de una forma de vivir
acaso oscura
que se me antoja digna,
dignísima.
Amo,
como digo,
por encima de todas las cosas
este oficio anciano.
Porque una palabra perdida
es un trozo menos
de lo creado
yo digo,
decimos.