
Podría haberse escrito
en un epigrama de Marcial.
También podría aparecer
una y mil veces en un manual
sobre enfermedades de la mente
o ser el primer verso
de un poema alemán del siglo dieciocho.
Podría estar escrito también
con spray de color rojo
en alguna pared
de cualquier ciudad infierno
o ser la contraseña
que utilizasen los miembros
de alguna secta órfica
para reconocerse entre ellos.
Podría aparecer
incluso
como sencillo truco de magia
en un tratado de ilusionismo clásico
o como lema publicitario
de alguna marca de colchones caros
especiales para suicidas.
Se ha dicho tanta veces,
se ha escrito en tantos sitios...
Y una vez más
en este poema
que me echo a la boca
para escapar del fango:
"Dormir es desaparecer".
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