Un poemario de Juan Cruz López

Es probable que en algunos equipos no se puedan visibilizar correctamente los fondos del blog ni los tipos de letra elegidos para el mismo. Pido disculpas. De todas formas, los poemas siguen siendo iguales y, al fin y al cabo, eso es lo importante. Gracias.

lunes, 28 de febrero de 2011

Trapecista


Solo.
En el centro de la pista,
con las medias de trapecista
arañadas
y unas cuantas costillas rotas.
Tiembla de frío,
horrorizado ante la boca
del abismo
que se abre frente a él.
A su espalda
la mirada aterrorizada
de un caballo
le recuerda
que ya no hay vuelta atrás.
Se levanta
dolorido,
medio roto.
Se sacude el polvo.
Levanta la cabeza,
escupe sobre la arena
un salivazo de sangre oscura.
No tiene a nadie alrededor.
Alza la vista.
Comprueba que el trapecio
se sigue balanceando.
Sabe que no queda
más remedio que subir.
La mirada del caballo le aterroriza.
Agarra la escalera sin mirar atrás
y cuando llega hasta arriba
suplica
sin saber muy bien a quién
que la próxima vez
que se caiga sea
la defintiva.

sábado, 26 de febrero de 2011

Amanecer


Amanece.
Habito en un pedazo
de dolor antiguo.
Y no te encuentro...
La soledad
ahora
toma la forma
de un círculo de fuego
imposible de cruzar.

Morir es despertar
y verte convertida
en un trozo de ausencia.

domingo, 20 de febrero de 2011

miércoles, 16 de febrero de 2011

Escapada


Ahora que anochece
me dices que hace frío.
Susurras
que esta es la hora
en la que más peligro
se corre sobre el asfalto.
El coche vuela
por la carretera de la costa.
Enciendo la calefacción.
Es un coche viejo
pero el calor no falla
y eso a ti te reconforta.
Pasan las horas
y empieza a llover.
Por el oeste
se aproxima una tormenta.
Me gusta comprobar como
poco a poco
te escapas sigilosa
de tu última derrota.
A la derecha las luces
de un pueblo
que mira deslumbrante al mar.
La noche se desploma
sobre nosotros.
En un programa de radio
un tipo habla del estrés en la ciudades,
de esa especie de vida a medias
que nos carcome a todos.
Luego dices algo
que ya no escucho...
Susurras.
Pienso en ti
y en mí
y en este coche viejo.
Me lees una cita de César Vallejo.
Me haces feliz
al pedirme
que tomemos un café
en un bar de carretera.
Al fin los faros del coche
te ven sonreír.

El motor parado.
El motor cansado,
pero nosotros no.
Tu olor en plena noche...

Una pareja de enamorados
entra en un motel.
La lluvia repiquetea
sobre el capó de un coche.
Dos cafés humean sobre una mesa.
Él escribe en una servilleta
no, esta noche la tormenta
no tendrá donde alojarse.

lunes, 14 de febrero de 2011

La telaraña


El tiempo se nos cae encima.
Dulcemente
posas tu mano
sobre la pequeña cicatriz
que afea
una de mis mejillas.

Luego dices algo
que no comprendo
y pienso que es bonito
no saber quién eres
en esta hora afortunada.

Tú y yo.
La identidad.
El hilo con el que tejemos nuestra vida
día a día.

El tiempo
que cae sobre nosotros
dulce
y a la vez amargo...
Ya vislumbro la hora
en la que volver la cabeza
significa convertirse
en una estatua de sal.

El tiempo...
Esa telaraña donde,
como moscas,
nos han echado a morir
mientras solo queda el consuelo
de seguir aleteando.

Nada nuevo bajo el sol:
la vida
que no comprendo.
La soberbia confusión
con la que
de un lado al otro del cuento
voy paladeando
el tiempo que nos acoge.

sábado, 12 de febrero de 2011

Lista


Como quien hace la lista de la compra
yo anoto
la serie interminable de fracasos
que me regaló el camino.

Como si rezara el rosario
de ocasiones perdidas
y puertas cerradas
con que me fui encontrando.

Hago una lista del dolor
y cuando acabo
he de tomarme una aspirina.
Todavía queda
mucho trecho que aguantar.

jueves, 10 de febrero de 2011

Nieve

Como el blanco doloroso de la nieve,
esperas convertir el viaje
en un testimonio de ti mismo,
de lo que de humano y digno llevas
sobre tu espalda.

Tal vez la mujer que te acompaña
te lo ponga fácil
y por la noche,
justo antes de acostarse,
te bese la piel de las costillas
y te diga

en esta jaula donde me siento tuya
habita la esperanza de una vida donde no exista
lo irrespirable de la existencia

para hacerte sentir que más allá de tu dolor
vive un hombre rendido
a la belleza inmarcesible
de lo que le fue dado.

Como si la ciudad te hubiera dormido la lengua
saboreas en ese instante el gozo de sentirte vivo,
más vivo que la misma vida
y le agradeces a tu cuerpo la paciencia.

Tu mujer al despertarse es tan bella
ue te sientes morir de felicidad.

lunes, 7 de febrero de 2011

Suerte

El frío se deja caer
sobre la ruinas de un día
donde has temido
a cada minuto
que por un momento
se te cayera encima
la piedra
que Sísifo arrastra
con los ojos narcotizados
y la piel rota
como un mosaico bizantino
bañado en sangre.

Cae la noche
y piensas en Jaén,
al fin y al cabo
una buena ciudad para vivir
o morir,
que viene a ser lo mismo.
Luego piensas en esta casa,
en los ojos de Julia,
en el libro que escribes
como si te fuera la vida en ello
y te preguntas
qué habrás hecho
para merecer una vida
todavía
tan lejos del desastre.

sábado, 5 de febrero de 2011

Viajera


Estaba sola.
Viajaba escondida
detrás de un libro de Ciorán.
No sé de quién huía
(si no era de ella misma)
pero en sus ojos se reflejaba
el peso
de un decisión irreversible
acaso equivocada.
Llevaba un viejo abrigo
de piel raída
y una mirada en fuga,
absorta en su abandono.
Me vio sin verme.
Buscaba
detrás de los cristales del autobús
una respuesta
o tal vez
un camino nuevo que recorrer
(si es que aquella carretera
la condujera al principio:
dejarse desollar viva
junto a un hombre
devastado por el dolor
en cuya piel florecen agujas).
Aunque intuye
que quizá no haya manera
de escapar.

Al bajar en la estación
la vi perderse entre la gente
mientras yo me preguntaba
hasta qué punto
la espalda de esa mujer
no era
sino mi propia espalda.

jueves, 3 de febrero de 2011

Espejo


En este mundo de éxito y de ruido
no queda otra belleza que lo anónimo.

Óscar García

Habitas una palabra
que se desteje.
Con el dolor
que te circunda
mantienes el cerco
sobre el anhelo de convetirte
en otro animal de feria,
astuto ciudadano público.
Luego intuyes que quizá
la clave del juego
se esconda
tras el cristal
de un espejo
que solo refleje
el hueco de tu conciencia.